lunes, 10 de agosto de 2009

Berrinches de una Top

Por Lucía Kusial Singh

La ira nunca carece de motivo, pero pocas veces se trata de un buen motivo.
Benjamín Franklin.


¿Cómo satisface usted su deseo de ser importante?

Dillinger, se enorgullecía de su fama de asesino, asaltante de bancos y bandido
número uno. Es más se aseguraba de que sus víctimas supieran de que era él
el bandolero.
Catalina La Grande, ni siquiera miraba con el rabo del ojo las cartas que
recibía, que no fueran dirigidas a "Su Majestad Imperial".
Acota como detalles importantes el Gurú de las Relaciones Humanas
Dale Carnegie.

La mayoría de los criminales jóvenes y no tan jóvenes, idolatran la Crónica
Roja. Como en las películas, los pintan como héroes. Desde sus confinamientos
en centros carcelarios procuran, por alguna fuente clandestina, enterarse
de su protagonismo en los titulares de los diarios y noticieros televisivos que
los mencionan como si fuesen empresarios exitosos. Su ego explota.
Los canillitas los vocean circulando entre el tráfico denso mañanero, haciendo
malabares, como en las corridas de toros, acudiendo al llamado impaciente de
lectores tempraneros, ansiosos de empaparse de la noticia calientita.
Como cuando sale del horno el pan recién horneado. Tan calientita la reseña
que todavía se cuela la tibieza de la sangre seca dormida sobre las calles,
de algún desafortunado a la espera de la pesquisa policial. Todavía susurrando
el eco del sonido estruendoso de las balas perdidas que han cercenado la vida
de algún parroquiano desprevenido. Chorros de tinta dedicados a la violencia
infernal que peina las calles.

Cuento de Divas

Bailarina adolescente exótica y diferente se pasea plácida, como una muñeca
de ébano oriental, por las calles de Londres. Impacta por su belleza incompa-
rable y rara. Es descubierta. Merci beaucoup, monsieur. Salta a las pasarelas
y brilla como las grandes. Sube como la espuma. Se llena de éxito, fama,
glamour. Enciende escenarios y abarrota plateas. Se la pelean, como monedi-
ta de oro, para que engalane desfiles de moda, elevando a la gloria al diseñador
de turno. Su paga? Millonaria.

La fama la va embriagando, como un caldo que se cocina lentamente.
Golpea paparazzis, destruye cámaras fotográficas que buscan la imagen
exclusiva de las andanzas de la Diva de ébano. Insulta, aporrea con su bolso
de marca el lente que pretende captar su intimidad a todas luces.
El ojo de la cámara, el ojo del fotógrafo, la madre de fotógrafo resultan
averiados. La Diva y su cartera reparten golpes e improperios a diestra y
siniestra. El fotógrafo? Al hospital.

La maid Gaby demanda. La maniquí le lanza con rabia el móvil. Sus vaqueros
de diseñador no aparecen. Por semejante berrinche, la top es castigada con
trabajos comunitarios en un garaje de Manhattan. Misión cumplida. Teatral
como las del agente 007. La supermodelo se saca el mono con que ha barrido.
Se sacude las manos. Se viste de diseñador con un atuendo largo de gala,
camina hacia su deslumbrante auto, sonriente y para nada arrepentida. Al
caer la noche se monta en alguna pasarela, paseándose entre luces, como
reina ofendida. Los flashes de las cámaras no cesan buscando en su rostro
algún signo de arrepentimiento. La Diva? incólume.

La "Venus Negra", la "Musa de Diseñadores" la que consiente sus pies
entre más de mil pares de calzados, la dueña de los Fashion Café, confiesa,
que el hambre le dispara la ira, le agria el humor, le desborda la agresividad,
como dardos desenfrenados.

La British Airways la ha declarado persona non-grata. El te te a te te entre la
tripulación de la línea aérea inglesa y la "Pantera Negra de las pasarelas" sube
como un termómetro con fiebre: Una de sus maletas tomó rumbo desconocido.
No aparece. La furia de la top model crece como cerveza fría, servida en pelea
de gallos.
Los motes que le adjudican son infinitos. Algunos le alimentan el ego y no
le mueven ni solo pelo de su abundante cabellera. Hasta se siente halagada.
Otros ni fu ni fa. Pero esta vez la furia la invadió. Cómo osan llamarla
"la supermodelo Gollinwog". Es un claro signo de discriminación. Protesta.
La otrora muñeca negra, mito de la literatura infantil, con quien su escritora
Florence, encumbró la fantasía de los niños ingleses, en otras épocas, entristeció.

Los apodos, ese signo de identidad al que cada uno responde de forma íntima,
han existido desde tiempos que nuestra memoria no recuerda. Ese sobre-
nombre que te identifica, que te hace único. Con ese sonido al que solo tú
voltearás cuando lo nombran, que se ha mantenido desde tiempos inmemorables.
Ahí está. Como el primer beso de amor. Será siempre eso. Como el primer
beso de enamorados. Único.
Juguemos un rato con los sobrenombres criollos: Fifí, Tita, Pocho, Pepe,
Panchita, Memín, Analú, Rebe, Sandy, Vero. Los famosos tampoco se salvan.
A Nicole Kidman le dicen "Tallo" por su altura. A Denzel Washington le clava-
ron "El Clark Gable Negro". Su capacidad polifacética teatral, similar se lo
adjudica. Jodie Foster "Pequeña Tirana". El amor de su familia se lo endilgó.
La pareja del film taquillero Titanic: Kate Winslet y Leonardo Dicaprio fueron
distinguidos con el mote de "Ballena" y "Bobo" por la gordura de infancia ella
y él quién sabe porqué. Calígula (Cayo César Augusto Germánico). Borró su
nombre real de las neuronas de la historia, para inmortalizarse como el pecu-
liar Calígula.

Fue tal el alboroto y el berrinche, que la fanática de las carreras de Fórmula
Uno armó, con la aerolínea británica, que llegó a oídos del prisionero 46664,
próximo a celebrar, como el personaje famoso que es, su onomástico
rodeado de celebridades. El líder sudafricano se enteró de que la flamante
embajadora de su fundación fue esposada y expulsada del avión inglés por
escupir y agredir a miembros de la policía. Rotulada como persona non-
grata, etiquetada similar a un delincuente, con su fotografía numerada al
pecho. " La diosa negra de las pasarelas" obligó al político sudafricano,
Premio Nobel de la Paz a pasarle liquid paper a su nombre, en la lista de
invitados célebres. La top model que protege y promociona modelos negras,
la que aporreó a su novio italiano, para luego decir, como quién no mata una
mosca, que ella prefiere que en la relación, el hombre lleve los pantalones.
No tuvo más remedio que quedarse castigada por berrinchosa y gritona.
Se le niega el placer de apagar las velitas del cumpleaños feliz de Nelson
Mandela.
El perfume de Bergamota y Red Pepper; el exòtico vestido de diseñador
que seguramente estrenarìa, se quedò en la percha. Quedaron lucièndose
en su esplendoroso chifonier. La Musa de diseñadores se quedò esta vez
sin poder brillar. La pròxima vez serà. La ira es mala consejera Naomi.



Poner en pràctica los principios que Daniel Goleman, autoridad en Inteligencia

Emocional serìa altamente saludable:

ANATOMIA DE LA IRA


Dar rienda suelta a la ira es una de las peores formas de calmarla:
Los estallidos de ira intensifican la excitaciòn del cerebro emocio-
nal, dejando a la persona màs enfurecida, no menos. Se descubriò
que cuando la gente hablaba de momentos en los que se habìa des-
quitado de su furia con la persona que la habìa provocado, el efecto
que lograba era prolongar ese estado de ànimo en lugar de ponerle
fin. Mucho màs eficaz resultaba que la persona primero se calmara
y luego, en un estado de ànimo màs constructivo o firme, se enfrentara
a la persona para resolver la disputa. Con la ira, la sangre fluye a las
manos, y asì resulta màs fàcil tomar un arma y golpear a un enemigo;
el ritmo cardìaco se eleva y un aumento de hormonas como la adrena-
lina genera un ritmo de energìa lo suficientemente fuerte para originar
una acciòn vigorosa.


La mejor forma de enfrentar la ira es no reprimirla. Pero no actuar en
consecuencia.
Chogyam Trungpa, Maestro Tibetano






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