sábado, 27 de junio de 2009

Rótulo silente


Por Lucía Kusial Singh

CUENTOS URBANOS...

Primer Acto...
Roxana barría el piso de cemento de la humilde
vivienda acompañada de la voz rítmica del locutor,
que en la radio leía las noticias matutinas. "Se trata
de una mujer joven, la han secuestrado, los
plagiadores piden rescate". Aún sus familiares no
se han comunicado con la policía". Los ojos se le
abrieron a la hacendosa mujer, frunciendo el
ceño en señal de admiración, más bien indignación.
¡Hasta cuando tanta violencia!...murmuró.
Roxana acostumbraba, como su madre, a anotar
las señas del taxi que su hija tomaba los días de
quincena para trasladarse al trabajo: anotaba el color
del vehículo, fotografiaba en la mente el rostro del
taxista y anotaba la placa del automóvil de alquiler.
Esta vez pudo recordar el negro opaco del carro
de
pasajeros, la cara poco amigable del chofer. Pero
cuando
procedía a anotar la matrícula
del sedán amarillo adornado
como un tablero de dominó, éste se perdió con su hija dentro,
a gran velocidad dándose cuenta la confiada madre de que éste ¡No portaba placa!..
Roxana aún espera a su hija...

Segundo acto...
Un impacto violento entre dos autos. Uno queda completamente destrozado. Un muerto.
El culpable
se da a la fuga. Testigos intentan anotar la placa del auto asesino del prófugo
despavorido. ¡No porta placa! El
castigo por la muerte del accidentado?. Queda impune...
Le sobreviven : Una fiesta de cumplea
ños sin anfitrión; una viuda moza; un alumbramiento
sin la contentura de un padre; una madre
desconsolada; tres huérfanos; un beso de niña
expectante detrás de la puerta...

Tercer acto...
Un bus colegial amarillo, vidrios ahumados con un anuncio estampado en los vidrios de la
puerta
trasera ("línea caliente 502.0..........(Borrado) señor usuario para quejas del sector
transporte
público comuníquese a este número") atestado de estudiantes adolescentes
eufóricos, vestidos
a la usanza colegial. Entra a gran velocidad, como en esos actos furtivos
a una casa de citas escondida. Pasa entonces un parroquiano que además es padre de
familia. Intenta denunciar.
¡No hay número telefónico, no hay placa!

Cuarto Acto...
Se apartan todos. Se escucha la sirena nerviosa de una camión policiaco. Lo antecede,
como alma que lleva el diablo, un 4x4 ocre de lujo. Ciudadanos solidarios intentan
cooperar con la
justicia. Activan sus celulares. Se les frustra el intento ¡No tiene placa!
Y así inmersos en un panorama cotidiano desalentador e injusto, la gran urbe que se
desarrolla sin freno discrepa con semejante desatino.
Transitan impunemente igual: Colegiales, sedanes, 4x4, carros de lujo, camiones,
autobuses, motos, bicicletas y cuanto cuadrúpedo rodante por las calles... ¡Sin placa!
ante la mirada de
quienes como soldados obedientes respetuosos de la ley tramitan
y portan su matrícula correspondiente. Se niegan a hablar del colmo de los colmos:
de quienes como protegidos por divinidades ocultas corretean por las calles con placas
vencidas, placas borrosas, placas inexistentes, otras colocadas adelante, a los lados,
arriba, y adonde se le antoje ante la mirada
permisiva e indolente de los uniformados
encargados de vigilar estos menesteres.

Quinto acto...
Se escucha un grito ahogado y desesperado que inquieto se cuela por un megáfono
"Divulguen
la ley que autoriza transitar sin placa para que los apegados a las
ordenanzas nos ahorremos...
plata, filas, filas, filas..., tranques, madrugadas, papeleos
multas canceladas, atornilladas aceleradas, carros estacionados, rabias contenidas:
¡no es aquí es allá, espere un momento, vaya allá, suba al piso 7..., infartos y quien
sabe...que más.


Justice...

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