jueves, 29 de octubre de 2009

Cazadores de Erratas

Por Lucía Kusial Singh

Hice mención inocentemente de la palabra taxero, convencida
de que estaba utilizando el término correcto. Un amigo que
estaba cerca, en ese momento, al escucharme, casi gritó,
más bien aulló, ¡Nooooooooooooooo! se dice taxista.

Hace pocos días atrás, los Cazadores de Erratas celebraron
su día. El Día del Corrector.

Una de estas mañanas, repasaba los diarios. Como quién no
quiere la cosa, mi vista hizo un alto en la sección de chistes,
humor que es válido resaltar en esta ocasión. Cae a pelo,
como quien dice.

Estaban dos comerciantes y uno le
dice al otro:
_Oiga tío, ¿por qué mi negocio no funciona?
Y éste le pregunta:
_¿Pusiste letreros?
_Puse letreros, le responde
_¿Pusiste ofertas?
_Puse ofertas.
_Entonces, ¿qué es lo que pasa?,
vamos a ver...
Letreros, propaganda, ofertas...¡si
serás menso, sastrería se escribe
con 's' no con 'c'!


Eso leí en el famoso tabloide. Digo yo entonces. No estamos
hablando de lo mismo cuando escribimos: Rosado que rozado,
manicomio que maní comió, tuvo que tubo, plato que plató,
memento que momento, moheda que moneda, librea que libre,
ver la que verla, reveló que ayer fue testigo de un encuentro que
reveló ayer, que fue testigo de un encuentro, papa que papá,
bávaro que bárbaro, podofilo que pedófilo, sumo que humo,
de Don que dedón, sabanas que sábanas, conciente que consiente,
unas gotas de tequila al agua que unas gotas de agua al tequila,
estar en fuego, que estar en un fuego, sábado de gloria que sábado
con gloria, sólo que solo, fabril que febril, bandos que bandas,
no quiero morir, que no, quiero morir, con júbilo que se jubiló,
puerta que puerto, cómo que como, filmar que firmar, vicario
que sicario, vaya que valla, zaguán que San Juan, adaptado
que adoptado, avanzar que empujar, influencia que influenza,
Colón que Colom, red que read, escena que es cena,
por amar al arte, que por amor al arte,contendores que
contenedores, voces que veces, Confucio que confusión,
zangón que zanjón, lástima que lastima, cerebración que
celebración, a su lado que azulado, sonando que soñando,
no, pienso decir la verdad que no pienso decir la verdad,
copero que coopero, conozco que reconozco, peones que
peores, estatista que estadista, deuda externa que deuda
eterna, impasible que imposible, trópico que tópico,
domino que dominó, inmorales que inmortales, consejo que
concejo, capelina que capulina, atemorizados que aterrorizados
go, gol que gold, marino que marido, capolar que copular,
garito que garita, vago que nervio vago, capiteles que
capitales, eslavas que esclavas, chabola que chabela,
barrida que barriada, apagar que a pagar, estrés que es tres.

Y así podríamos mencionar miles. Para muestra un botón.

lunes, 26 de octubre de 2009

Colores y Valores



Pero esos Valores sobre los que depende nuestro éxito:
el trabajo duro y la honestidad, la valentía y el juega
limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el
patriotismo - esas cosas son viejas. Esas cosas son
verdaderas. Han sido la fuerza silenciosa detrás de
nuestro progreso durante toda nuestra historia.
Valores: Cosas inmanentes, son ciertas, han sido la
fuerza del progreso.
Barack Obama

Cuando un niño (a) lee un cuento, inmediatamente su mente viaja.
Comienza a buscar similitudes en su ambiente, su imaginación se
activa, su capacidad de asociar se enriquece. El, ella, van creando
de acuerdo a su experiencia.
Los cuentos liberan su imaginación, como cuando un dique se desborda.
La curiosidad por el aprendizaje de cosas nuevas se acrecienta. Los cuentos
enriquecen su lenguaje y los adentra en una esfera de conceptos nuevos
que los deslumbra, les transmiten mensajes profundos y duraderos y los
inicia en el mundo maravilloso de la lectura.
Colores Y Valores es un libro que los lleva de la mano con mensajes
positivos para formar niñas (os) exitosos y competitivos, los ayuda a
diferenciar entre el humor hostil y el humor amigable, les enseña a
utilizar el humor para resolver problemas, que se les presentan a
diario, de forma diferente a la violencia. Es una gran oportunidad
para enseñar tolerancia. Los sensibiliza, enseñándoles a respetar
los sentimientos de los demás.
Aprenden a esperar y la igualdad la interiorizan de forma natural y
creativa. Su creatividad se beneficia altamente. Colores y Valores

martes, 25 de agosto de 2009

Atrapada en La Visita


Una obra colmada de relatos de la vida real, ataviados de ficción.
Historias desgarradoras que hacen llorar. Remueven los cimientos
de la conciencia, propician empatías y recuerdos de vidas iguales.
Desnudan sentimientos. Penetran en las sombras de la mente.
Aflora en los lectores un nivel de asombro rasgando el temor.
Sufrimientos capaces de desestabilizar la mente. Como los huracanes
que devastan a su paso. Historias en escenarios tormentosos que
ocurrieron antes... están ocurriendo ahora... y seguirán pasando...
La autora pretende involucrarnos a todos, despertar conciencias,
llevarnos a un nivel de compromiso. Orillarnos a cuestionarnos.
Llegar al entendimiento de que a todos nos concierne.
Reconocer de que puede estar ocurriendo ahí...tan cerca...en nuestro
entorno. Y así sienta en la misma mesa, como en los banquetes, a los
entendidos, para exigir explicaciones, soluciones a semejante desesperación.
Como la búsqueda de esa luz que alumbra en las penumbras.
Atrapada en la Visita contiene otros relatos, más cotidianos, menos
borrascosos. Ocurren fuera del claustro. Atrapada en la Visita esparce
propuestas de esperanza. Fórmulas para el éxito. Aborda la política.
Es como entrelazar dos mundos en el que cada uno tiene su propio mundo.
Los de adentro. Los de afuera.

Dedicatorias

A mi abuela. Está en mi como una impronta, su
ejemplo de orgullo,dignidad y sabiduría jamás lo
olvidaré. No pasa un día sin que piense en ella.
A mi madre. Quien me marcó (aunque ella nunca
lo supo) con su valentía y arrojo: al socorrer,
echándose al hombro, sin pensarlo un segundo,
a un niño sangrante y casi moribundo, para socorrerlo.
Gracias a ella por traerme al mundo a disfrutar las
mieles de hacer lo que me gusta.

ATRAPADA EN LA VISITA

Nunca pienso en el
misterio, ni en la
tristeza que me rodea,
sino en todas las cosas
bellas que todavía exisen.
Ana Frank
Diario

I CAPÍTULO
La visitante intrusa


Amaneció nublado. Se respiraba un aire de miseria, de despojo,
además, el día estaba tenso y el ambiente sombrío. Quedé paralizada
en la puerta de la sala, inundada de agua. Creí que estaba soñando.

El piso era de mosaicos marrones, de cuadros grandes. Las paredes
pintadas de un verde añejo deprimente, todas las camas estaban sin
sábanas, sin cubrir, en algunas de ellas yacían cuerpos, cuerpos de mujeres,
algunas encogidas, con la mirada perdida; otras, sencillamente, mirando,
hacia un punto inexistente, otras deamubulaban de un lado para otro, como
fantasmas. En una esquina, una dama de aspecto esquelético, de piel
mustia y áspera, estaba acostada sobre las hileras de hierro de la cama de
acero, se arropaba con una masa de algodón y tela, en el colchón sucio y
maloliente.

Miré a mi alrededor, el cielorraso estaba roto, lleno de círculos oscuros
alrededor, parecían cráteres a punto de nacer, aportaban al entorno un aire
desolador, mostrando abiertamente la desidia y el abandono del lugar.

Me estremecí de dolor, dolor del alma, un dolor impotente, dolor del
espíritu, inmediatamente pensé que cualquiera de nosotros pudiera estar
recluido en este claustro, que reflejaba un marasmo humano, en su expresión
más tétrica. Con horror acepté la realidad de ¡hasta dónde puede degenerar
nuestra especie!

Abruptamente me sacó de mis meditaciones una muchacha, que abrazaba
a una sucia y rota muñeca y ante mis ojos y mi asombro, se sacó el seno de
entre las ropas y ahí sentada en el piso de fríos y desteñidos mosaicos, intentó
amamantar a la muñeca de caucho, mientras le cantaba para arrullarla; de sus
largos y rígidos dedos sacó a flote el índice y el corazón, rodeando el pezón
erecto cariñosamente intentando alimentar a quien en su mente era su hija.

Dos silenciosas lágrimas se deslizaron por mi mejilla bordeando los labios.
El sabor de aquella secreción y la desdicha se unieron en una sola impresión,
pensé que, ni aún llorando, podía remediar aquel cuadro dantesco y estremecedor,
que parecía cotidiano en el entorno. Opté por sentarme a su lado en el suelo,
ella observó, con una mirada perdida, pero tierna -comenzó a hablar-
Tú sabes, yo no puedo dormir por las noches,
-¿por qué?, le pregunté
-tengo un sueño igual siempre
-Cuéntame le dije. Ella titubeo tímidamente, su mirada, por unos instantes,
enfocó a lo lejos.
-Si no quieres, no lo hagas-. Movió la cabeza rápidamente, continuó hablando
-"Sueño que estoy pequeñita, ¡muy pequeñita!, en pañales todavía, mi mamá
me deja sola sentada afuera del cuarto donde vivimos, en una vieja casona a
orillas de la calle, recuerdo que había un plato vacío y una cuchara gris, de metal,
sobre la acera de cemento. Muchas personas pasaban, de un lado para otro.
Parecían caminantes en carnaval. Yo lloraba, tenía frío, tenía miedo y hambre,
sólo me abrigaba un sucio pañal que desde la mañana, ella no me había cambiado.
Atardecía ya. Mi madre adentro, tenía la puerta cerrada, yo estaba del otro
lado solita. Mi madre amándose, encerrada en el cuarto, con un
hombre que yo no conocía, no era mi padre. Me muero de terror, ahí sola,
a merced de cualquiera, indefensa, desamparada. Tenía dos años".
Comprendí, inmediatamente, el por qué de la locura o la evasión del mundo
consciente de esta mujer, que al haber vivido tal experiencia, la misma, logró
marcarla para siempre sumergiéndola en un mundo de tinieblas.

De repente, apareció una mujer, con un rostro inexpresivo, vestía de
blanco, después supe que era la enfermera encargada, muy familiarmente,
y como quien quita un pedazo de basura del paso, apartó a esta muchacha de
su camino, con voz que sonaba indiferente le dijo: -Rubia, quítate del paso
y alimenta a tu hija allá, señalándole con el dedo una esquina alejada en el
inhóspito recinto.

Me levante, me alisé la ropa con la mano, como dispuesta a emprender
otra tarea. Moví la cabeza de un lado para otro desalentada, seguí caminando
hasta el baño para llenar un vaso con agua.

De súbito, casi mis ojos se salen de sus órbitas, al ver a alguien que parecía
una mujer bañandose en su propio excremento y orines. Se le apreciaba un rostro
risueño y la mirada perdida, el baño se lo hacía lentamente, parecía un ritual,
restregaba por todo su cuerpo la mezcla inmunda de materia asquerosa, sin
prisa, como incrustándose y esparciendo, al mismo tiempo, su propia suciedad,
para sellarla en una sola, con ella. Pero la sacó de su repugnante ceremonia un
chorro fuerte y abrupto de agua. Al voltear la mirada, siguiendo el chorro intruso,
un hombre ataviado con botas hasta la media pierna, negras y plásticas, capote
oscuro, abotonado hasta el cuello, sostenía entre sus manos una descomunal y negra
manguera que escupía el chorro de agua que, como un látigo, sentó a ambos, - a ella
y a la mezcla impúdica rápidamente, en el suelo y contra la pared. Me llevé las
manos a la boca que ahogaron el grito que estaba próximo a protestar por semejante
injusticia. Cavilé sobre la vida, sobre las circustancias de cada persona, sobre la
existencia de cada ser, a su paso por este mundo.

Intenté entender nuestro cerebro de cómo las neuronas nos traicionan, cómo
quedan marcadas con cada experiencia de nuestras vidas; sobre nuestros amores,
sobre nuestras desdichas. Me estremecí, a punto de desfallecer y de claudicar pensé:
Esto es mucho para mí, de un solo golpe, ¿qué hago aquí?. No había terminado de
pensar cuando -¡increíble! - sentí un impacto en mi rostro, fue un golpe seco : petrificada
quedé, sentada en el suelo, muda, sin otra opción, mirando hacia arriba, clamando
clemencia. Una maniática me saludó, se ofendió porque no le contesté el saludo,
me lanzó una gaznatada. Como soy miope, no la vi, y no le devolví el saludo,
reaccionó así. Muchos acá afuera somos incapaces de controlar nuestros impulsos.
Injustamente sólo ellos están adentro.

Me levanté lentamente, como flotando. En el camino mi mente analizaba la
situación. Me pasé suavemente la mano derecha por el rostro, para paliar un
poco el intenso dolor. Llegué a la conclusión de que en este lugar se reclutaba a
los desquiciados oficialmente, me pregunté ¿qué hay de los otros que pululan
entre la sociedad que se dicen cuerdos, se dicen con la psique en orden, sin
embargo, a diario desarrollan conductas cuestionables? ¿Quién tiene el poder
de la verdad absoluta?...
Es posible que estos seres, que fueron tan valientes... para evadirse de la cordura
que la sociedad llama: "trastornados" y alienados que confinan en estos lugares,
a lo mejor sean los cuerdos.











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El Hombre de la Mancha
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lunes, 10 de agosto de 2009

Berrinches de una Top

Por Lucía Kusial Singh

La ira nunca carece de motivo, pero pocas veces se trata de un buen motivo.
Benjamín Franklin.


¿Cómo satisface usted su deseo de ser importante?

Dillinger, se enorgullecía de su fama de asesino, asaltante de bancos y bandido
número uno. Es más se aseguraba de que sus víctimas supieran de que era él
el bandolero.
Catalina La Grande, ni siquiera miraba con el rabo del ojo las cartas que
recibía, que no fueran dirigidas a "Su Majestad Imperial".
Acota como detalles importantes el Gurú de las Relaciones Humanas
Dale Carnegie.

La mayoría de los criminales jóvenes y no tan jóvenes, idolatran la Crónica
Roja. Como en las películas, los pintan como héroes. Desde sus confinamientos
en centros carcelarios procuran, por alguna fuente clandestina, enterarse
de su protagonismo en los titulares de los diarios y noticieros televisivos que
los mencionan como si fuesen empresarios exitosos. Su ego explota.
Los canillitas los vocean circulando entre el tráfico denso mañanero, haciendo
malabares, como en las corridas de toros, acudiendo al llamado impaciente de
lectores tempraneros, ansiosos de empaparse de la noticia calientita.
Como cuando sale del horno el pan recién horneado. Tan calientita la reseña
que todavía se cuela la tibieza de la sangre seca dormida sobre las calles,
de algún desafortunado a la espera de la pesquisa policial. Todavía susurrando
el eco del sonido estruendoso de las balas perdidas que han cercenado la vida
de algún parroquiano desprevenido. Chorros de tinta dedicados a la violencia
infernal que peina las calles.

Cuento de Divas

Bailarina adolescente exótica y diferente se pasea plácida, como una muñeca
de ébano oriental, por las calles de Londres. Impacta por su belleza incompa-
rable y rara. Es descubierta. Merci beaucoup, monsieur. Salta a las pasarelas
y brilla como las grandes. Sube como la espuma. Se llena de éxito, fama,
glamour. Enciende escenarios y abarrota plateas. Se la pelean, como monedi-
ta de oro, para que engalane desfiles de moda, elevando a la gloria al diseñador
de turno. Su paga? Millonaria.

La fama la va embriagando, como un caldo que se cocina lentamente.
Golpea paparazzis, destruye cámaras fotográficas que buscan la imagen
exclusiva de las andanzas de la Diva de ébano. Insulta, aporrea con su bolso
de marca el lente que pretende captar su intimidad a todas luces.
El ojo de la cámara, el ojo del fotógrafo, la madre de fotógrafo resultan
averiados. La Diva y su cartera reparten golpes e improperios a diestra y
siniestra. El fotógrafo? Al hospital.

La maid Gaby demanda. La maniquí le lanza con rabia el móvil. Sus vaqueros
de diseñador no aparecen. Por semejante berrinche, la top es castigada con
trabajos comunitarios en un garaje de Manhattan. Misión cumplida. Teatral
como las del agente 007. La supermodelo se saca el mono con que ha barrido.
Se sacude las manos. Se viste de diseñador con un atuendo largo de gala,
camina hacia su deslumbrante auto, sonriente y para nada arrepentida. Al
caer la noche se monta en alguna pasarela, paseándose entre luces, como
reina ofendida. Los flashes de las cámaras no cesan buscando en su rostro
algún signo de arrepentimiento. La Diva? incólume.

La "Venus Negra", la "Musa de Diseñadores" la que consiente sus pies
entre más de mil pares de calzados, la dueña de los Fashion Café, confiesa,
que el hambre le dispara la ira, le agria el humor, le desborda la agresividad,
como dardos desenfrenados.

La British Airways la ha declarado persona non-grata. El te te a te te entre la
tripulación de la línea aérea inglesa y la "Pantera Negra de las pasarelas" sube
como un termómetro con fiebre: Una de sus maletas tomó rumbo desconocido.
No aparece. La furia de la top model crece como cerveza fría, servida en pelea
de gallos.
Los motes que le adjudican son infinitos. Algunos le alimentan el ego y no
le mueven ni solo pelo de su abundante cabellera. Hasta se siente halagada.
Otros ni fu ni fa. Pero esta vez la furia la invadió. Cómo osan llamarla
"la supermodelo Gollinwog". Es un claro signo de discriminación. Protesta.
La otrora muñeca negra, mito de la literatura infantil, con quien su escritora
Florence, encumbró la fantasía de los niños ingleses, en otras épocas, entristeció.

Los apodos, ese signo de identidad al que cada uno responde de forma íntima,
han existido desde tiempos que nuestra memoria no recuerda. Ese sobre-
nombre que te identifica, que te hace único. Con ese sonido al que solo tú
voltearás cuando lo nombran, que se ha mantenido desde tiempos inmemorables.
Ahí está. Como el primer beso de amor. Será siempre eso. Como el primer
beso de enamorados. Único.
Juguemos un rato con los sobrenombres criollos: Fifí, Tita, Pocho, Pepe,
Panchita, Memín, Analú, Rebe, Sandy, Vero. Los famosos tampoco se salvan.
A Nicole Kidman le dicen "Tallo" por su altura. A Denzel Washington le clava-
ron "El Clark Gable Negro". Su capacidad polifacética teatral, similar se lo
adjudica. Jodie Foster "Pequeña Tirana". El amor de su familia se lo endilgó.
La pareja del film taquillero Titanic: Kate Winslet y Leonardo Dicaprio fueron
distinguidos con el mote de "Ballena" y "Bobo" por la gordura de infancia ella
y él quién sabe porqué. Calígula (Cayo César Augusto Germánico). Borró su
nombre real de las neuronas de la historia, para inmortalizarse como el pecu-
liar Calígula.

Fue tal el alboroto y el berrinche, que la fanática de las carreras de Fórmula
Uno armó, con la aerolínea británica, que llegó a oídos del prisionero 46664,
próximo a celebrar, como el personaje famoso que es, su onomástico
rodeado de celebridades. El líder sudafricano se enteró de que la flamante
embajadora de su fundación fue esposada y expulsada del avión inglés por
escupir y agredir a miembros de la policía. Rotulada como persona non-
grata, etiquetada similar a un delincuente, con su fotografía numerada al
pecho. " La diosa negra de las pasarelas" obligó al político sudafricano,
Premio Nobel de la Paz a pasarle liquid paper a su nombre, en la lista de
invitados célebres. La top model que protege y promociona modelos negras,
la que aporreó a su novio italiano, para luego decir, como quién no mata una
mosca, que ella prefiere que en la relación, el hombre lleve los pantalones.
No tuvo más remedio que quedarse castigada por berrinchosa y gritona.
Se le niega el placer de apagar las velitas del cumpleaños feliz de Nelson
Mandela.
El perfume de Bergamota y Red Pepper; el exòtico vestido de diseñador
que seguramente estrenarìa, se quedò en la percha. Quedaron lucièndose
en su esplendoroso chifonier. La Musa de diseñadores se quedò esta vez
sin poder brillar. La pròxima vez serà. La ira es mala consejera Naomi.



Poner en pràctica los principios que Daniel Goleman, autoridad en Inteligencia

Emocional serìa altamente saludable:

ANATOMIA DE LA IRA


Dar rienda suelta a la ira es una de las peores formas de calmarla:
Los estallidos de ira intensifican la excitaciòn del cerebro emocio-
nal, dejando a la persona màs enfurecida, no menos. Se descubriò
que cuando la gente hablaba de momentos en los que se habìa des-
quitado de su furia con la persona que la habìa provocado, el efecto
que lograba era prolongar ese estado de ànimo en lugar de ponerle
fin. Mucho màs eficaz resultaba que la persona primero se calmara
y luego, en un estado de ànimo màs constructivo o firme, se enfrentara
a la persona para resolver la disputa. Con la ira, la sangre fluye a las
manos, y asì resulta màs fàcil tomar un arma y golpear a un enemigo;
el ritmo cardìaco se eleva y un aumento de hormonas como la adrena-
lina genera un ritmo de energìa lo suficientemente fuerte para originar
una acciòn vigorosa.


La mejor forma de enfrentar la ira es no reprimirla. Pero no actuar en
consecuencia.
Chogyam Trungpa, Maestro Tibetano






viernes, 24 de julio de 2009

Ases del Negocio II parte

Por Lucía Kusial Singh

continuación...


Procedió a sentarse en el espacio que había entre un hombre de mediana edad
que calzaba sus pies con cutarras de cuero color caramelo y que sostenía entre
sus piernas abiertas un machete en su vaina. Al otro lado le quedaba una mucha-
cha joven, que llevaba en su regazo un pote de vidrio con una mezcla oscura
compacta que despedía un olor agradable, que le recordaba a su madre. Después
supo que era un dulce de marañón y que su acompañante de viaje era Chiricana.
Venía a Panamá a trabajar en una casa de familia acomodada, conocida de su
mamá.
Se sentó en los asientos de tablones de almendro que había a ambos
lados del interior de la chiva realera, que hacía que sus pasajeros se miraran cara
a cara todo el trayecto.
Llegaron a un puente de acero en donde, la chiva en que viajaban, automóviles
chevrolets, buses, camiones gringos cargados con soldados de ojos azules y quepis
de caqui, encomiendas, sueños de conquistas citadinas; hacían con disciplina y
paciencia una hilera como en fila india, para abordar en estricto orden el ferry.
Vio como corrían una plancha de hierro con unas cadenas de acero trenzadas, para
con unas palancas atracarlas al muelle.
Comenzó el cortejo de vehículos, como en los entierros, hacia la plancha ovalada de
hierro que los conduciría a la otra orilla, dirigida por uno de los trabajadores de
a bordo que llevaba un sombrero de paja cubriendo su cabeza del sol ardiente que
la travesía a la intemperie obligaba.
Los trabajadores de a bordo procedían a colocar los vehículos de forma ordenada
en tiempo record, para salir a una hora puntual, para estrictamente cumplir con los
horarios preestablecidos.
El silencio apacible fue interrumpido por el sonido potente y sostenido de unas
bocinas saludando al Presidente Roosevelt que hacia el trayecto contrario. Se
saludaban con bocinazos y pitazos como dos enamorados que se alegran de verse.
Era todo un espectáculo, como en esas películas que aún no habían visto.
El ferry le pareció a Emilio una de esas naves de corsarios que se adueñaban del mar.
El sol se asomaba lentamente de entre la montaña entibiando el amanecer.
La mañana despertaba.
En el mástil de la plancha de hierro se erguía ondulante y soberano el símbolo patrio
mayor de los Estados Unidos. Un letrero que rezaba "Presidente Amador" se distinguía
al pie del asta de la bandera como custodiando la caseta mayor del timonel, junto a dos
gigantes bocinas, que como elefantes en busca de su cría perdida, arrojaban un sonido
peculiar anunciando su atraque puntual.
El timonel era un hombre alto, fornido, de cabello ensortijado, piel azabache y brillante.
Conducía empotrado en lo alto de su caseta privada como si fuese un corsario avistando
un tesoro.
Los ocupantes de la realera, permanecían sentados dentro de la chiva quietecitos como
chiquillos regañados.
Julia, acompañante casual de viaje de Emilio, extasiada miraba en la mar como los peces
contentos jugueteaban con la espuma del océano que a su paso dejaba el ferry que rasgaba
el torrente de agua. Pescados que nadaban a la par del Presidente Amador.
Los colores de los peces se parecían a los colores de los pollerones que usaba su mamá
cuando cantaba tamborito . Era cantadora del pueblo.
La progenitora de Julia, con sus propias manos, hacía unos platos de barro que lijaba con
piedras. Cuando estaban secos, ella acompañaba a su madre a buscar leña de nance para
quemar la cazuela, hasta que se tornara color ladrillo rojo y así sacarla a vender al pueblo.
A Julia el paisaje la había puesto melancólica y nostálgica. Recordó cuando pequeña que
a la sombra de los árboles de mango, su padre le contaba historias de peces loro multicolo-
res que son hembras al nacer y que al crecer se vuelven machos.
Miraba el mar cristalino en donde como en un espejo se dibujaba la sombra ondulante de la
embarcación en que viajaba hacia su independencia.
Su padre la embobaba con cuentos de mantarrayas que al toparse con los buzos en las profun-
didades del mar, los saludaban como si fuesen viejos amigos.
La sacó de su maravillosa fantasía Emilio para que se apartara para pasar y salir de la chiva, ya
que había avistado desde ahí a un paisano de allá de su tierra.
Patrocinio que se desplazaba de un lado para otro, dentro de la embarcación, como si fuese
un juez de campo, causó admiración en Emilio viendo que los miembros de la tripulación del
ferry acataban sus órdenes sin rechistar.
Patrocinio y Emilio se enfrascaron en un saludo efusivo de esos de paisanos que se encuentran
en una ciudad desconocida y les nace el deseo de intercambiar similitudes.
Patrocino el aparente jefe de tripulación le "aclaró" a Emilio que los gringos eran muy podero-
sos, pero que no olvidara que él sabía por donde transitar en ese mar panameño, conocía
además el idioma de ambos (el de los pasajeros y el de los gringos). Que el podía comunicarse
con todos y los gringos no.
El viaje de siete horas que había compartido Julia con Emilio, por esas carreteras llenas de
curvas y caminos malos, y a causa de esos vaivenes la chiva daba saltos y en ésas, más de
dos veces los cuerpos de Julia y Emilio se rozaron creando miradas furtivas y abrazos acciden-
tados evitando caídas. Afloraron "algo" que no podían definir, aunado al olor seductor y dulzón
del dulce de marañón con coco que en el jarrón de vidrio llevaba apretado a su regazo Julia,
con el afán de que llegara sano y salvo.
Había nacido una atracción que ninguno de los dos podía desatender.
Antes de bajarse de la chiva para saludar a su amigo, Emilio le recomendó a Julia que se quedara
sentada ahí dentro, no fuera que algún gringo la mirara y ella se impactara al ver esos ojos color
cielo y porte autosuficiente nada parecido a Emilio.
Me recordó al macho de las libélulas que protege a su hembra de otro macho para que no la
aparee.
Crecía aún más la admiración de Emilio hacia su paisano Patrocinio. El paisano bilingüe
"olió el tocino" y como los sabuesos finos detectó el asombro de Emilio.
Y, así, de pronto le dijo a Emilio: Te vendo al Presidente Amador por dos mil quinientos dólares.
"Es un gran negocio, un poco sacrificado pero deja. Sólo tienes que administrar bien los cobros
del peaje".
A Emilio le pareció una gran oportunidad. ¿Y tú por qué vendes este ferry si es tan rentable?.
Dudaba Emilio. - Es que yo quiero retirarme y dedicarme a una finquita que tengo allá en el
interior. ¡Lo convenció!. - ¿Cómo te pago? (Emilio pensó en las prendas de oro que su mamá
tenía
guardadas en un cofre de bronce, herencia de su abuelo español). -Yo te acompaño hasta
tu
pueblo y ahí cerramos negocio. Yo sigo mi camino y tú tomas posesión del Presidente Amador.
Cuando Emilio se presentó a tomar posesión de su "¡magnífico negocio!", todos se burlaron.
Tú 'tas loco El Presidente Amador es de los gringos. ¡Te estafaron!.
Se le encogía el rostro mientras revivía el suceso que había enterrado hacía cuarenta años.
La foto lo afloró.

martes, 21 de julio de 2009

Ases del Negocio



Cuento de la colección "Fotografías Mágicas"
de Lucía Kusial Singh




Allá por la primera mitad del siglo XX tiempos en que la comunicación del interior del
país con la capital era únicamente marítima. Habían dos transbordadores, embarcaciones
gemelas, que transportaban a los viajeros oriundos del interior del país y viceversa.
Sus propietarios, el ejército de los Estados Unidos los nombró Presidente Amador y
Presidente Roosevelt. Era una travesía gratuita.
Los interioranos que soñaban con trasladarse a la capital en busca de trabajo debían
abordar el ferry.
Emilio rebuscó de entre el arrumaco de ropa limpia que permanecía junto al catre de guerra
verde olivo, que le había regalado un gringo. Un soldado gringo de esos que iban por los
montes interioranos haciendo caminos pa' el progreso decían. Pero, más bien Emilio
que conocedor de su tierra, se dedicaba a machetear los montes para abrir trochas en donde
los Green-go penetraban para construir sus campamentos. Era testigo de los coqueteos
descarados que las mujeres de su pueblo emprendían hacía esos fulos altotes, embotados
siempre, con ese ropaje verde de soldados en vacaciones. De vacaciones de esas guerras que
se libraban en otros lares.
Encontró Emilio, por allá, rejundía la cruz de palo de cedro amargo que en Semana Santa el
cura español del pueblo, había bendecido en manos de su abuela india. La madre de su madre
se había enamorado de un español, de esos que llegaron para conquistarnos. Ese día de la
partida de Emilio hacia la capital, la abuela india estaba ataviada con un pollerón de colores
tenues, llevaba unos aretes de tomatillo, que con donaire colgaban de sus orejas. Un moño
enrolado de su cabello cholo y brillante se erguía soberano detrás de su cabeza de cabellos
canos. Su cuello de pliegues señoriales era engalanado con un collar de plata del cual pendía
un portarretratos en forma de corazón, que al abrirse dejaba ver en un extremo la foto del
abuelo mozo reflejado en un espejo, que decía la abuela, le había intercambiado un español
conquistador por el oro de su padre.
Emilio tomó la cruz de palo bendita y persignándose con suma reverencia la colocó en la puerta
endeble y desteñida de la choza que lo cobijaba desde siempre.
El cielo estaba encapotado, presagiando tormenta . Las nubes negras cargadas lo vaticinaban.
Se acercaba una de esas ventoleras incontrolables que hacen que los palos bailen y derriben
techos.
Se asió a la cruz por unos minutos, como cuando le pides al altísimo y nada más existe. Agachó
la cabeza, dobló una de sus rodillas en el piso de barro y musitó una oración.
Acomodó la tamuga de ropa viajera en su espalda y emprendió la partida con la fe de que el
vendaval que amenazaba se quedara en los nubarrones que revoloteaban en lo alto, inquietos
y amenazantes.
El resguardo de caraña hedionda, envuelto en tela roja, que su madre había prensado a su camisa
con un alfiler, le daba confianza, como si un destacamento de ángeles estuviera a su disposición.
Iba Emilio por esos caminos chapoteando lodo con los pies vestidos hasta el inicio de las rodillas
con botas de hule oscuras. Calzado usual por esos lares. Necesarios para neutralizar el ataque de
alguna alimaña descontenta por la intromisión en su territorio o alguna serpiente que malhumo-
rada reaccionara ante la irrupción en su dominios.
Se cuidaba de esos colores brillantes y embrujadores que se mezclaban entre los matorrales,
sigilosamente, evadiendo el contoneo traicionero y sagaz de los reptiles venenosos.
Salió temprano, cuando el rocío de madrugada aún se deslizaba por las hojas de los frondosos
árboles. Cuando en la curumbita de los vetustos arbustos los pájaros sacudían sus alas para
emprender la aventura en busca de alimento. Cuando las aves somnolientas aún, despertaban
ofreciéndole sus trinos a la naturaleza.
Salió de madrugada entre la niebla y la brisa fría y subyugante con ese olor a café mañanero
que despierta los sentidos.
El ferry salía puntualmente. Hora inglesa. Cada treinta minutos. Tenía todavía un largo trecho
por delante antes de llegar a su destino.
Emilio llevaba como acompañantes entrañables: su machete expectante en su vaina de cuero
de vaca curtida que al compás de su pierna derecha se movía como guardaespaldas a la par, una
daga enquistada en su estuche de vena'o que llevaba ceñida a su cintura, ahí cerca de su mano.
Transitaba seguro en medio de la selva, sin el menor temor de lo que encontraría a su paso.
Se movía como los gatos, que dan pasos entre obstáculos sin desorientarse.
Emilio se desplazaba en la selva abriéndose paso con su machete. Como Pedro por su casa,
sin dejarse engañar por el camuflaje falaz de los animales selváticos.
En el camino se le encrespó una serpiente retándolo y él , como quien derriba un monte la
descabezó. Apartándola siguió campante su camino hacia la ciudad. Entonaba una saloma
como para acompañarse.
Finalmente salió a la carretera a esperar la chiva que lo llevaría a Panamá montado en un ferry.
Bajó la tamuga de ropa que llevaba detrás del espinazo y la puso al pie de él, a la orilla de la
carretera y se dispuso a esperar la chiva que a la media hora de estar esperándola, con el
sombrero montuno en la mano, apareció.
La chiva realera iba cargada en la capota con cajas, maletas, racimos de pipa verde, jaulas
de bambú con pájaros multicolores que contentos se desplazaban sobre tronquitos
artesanales que le permitían simular su habitad. Vio cajas de guineo de la United Fruit
Company agujereadas alojando gallinas que nerviosas cacareaban, exhibiendo el pico,
sacos de arroz y cuanto embalaje cargado con víveres que los pasajeros de la chiva realera
llevaban a la capital para agasajar a su hospederos.
Acomodó su tamuga arriba de la chiva y la abordó.


Continuará.................






sábado, 11 de julio de 2009

Aberración Deportiva

Por Lucía Kusial Singh

El Reliant Stadium de Houston fue escenario de uno de los espectáculos
deportivos más accidentado, antideportivo, deprimente, sufrido y controversial
que el equipo de fútbol
de Panamá haya protagonizado. El Torneo Copa Oro de
la Concacaf se vistió de luto la tarde del 9 de julio a causa del partido que libró,
como en una batalla campal, la
selección de Méjico contra la inspiración
de la Marea roja panameña.
Nuestro onceno istmeño demostró fuera de casa
que son canaleros de pura cepa, de buena casta. Soportaron como verdaderos
guerreros el ataque de los hinchas, la parcialización notoria del árbitro
Salvadoreño. Arbitrario por antonomasia. Fue convirtiéndose en el jugador
doceavo del onceno mejicano. Como un tirano fue provocando poco a poco
con sus tarjetas de colores, exilios injustificados en las filas de los deportistas
panameños. Declarando un lenguaje de guerra. Pero, a su pesar, la camiseta
blanca se paró con garra, como tigres de Bengala, ante un equipo mejicano
aupado por el paraguas del incapaz árbitro centroamericano que jamás pudo
apagar las fogatas que constantemente prendían los jugadores como ráfagas
de metralleta en guerra.
La nota altamente discordante, antideportiva, sorpresiva, injustificada y
aberrante, la gota que derramó el vaso fue la patada cargada de frustración,
clara incapacidad y falta de recursos que alzó el director técnico de méjico
Javier Aguirre contra el volante panameño Ricardo (Patón) Phillips, cuando
éste se aprestaba a detener el esférico que Pelé besó en el Maracaná
bendiciendo aquel memorable gol número mil. El balón azaroso rodó en
suelo estadounidense hacia las piernas del nefasto técnico. Encima salió un
staff mejicano a defender lo indefendible, agrediendo al sorprendido jugador
panameño.
Hubo agonía, desesperación, impotencia en los fanáticos que acá en suelo de
Victoriano Lorenzo presenciábamos impotentes, con la boca abierta semejante
exabrupto deportivo.
Árbitro parcializado, técnico Kung Fu, hinchas frenéticos lanzando proyectiles,
"accidentes" de camillas derramando por el suelo al delantero Blas Pérez, que
golpeado y turulato volvió a la cancha como guerrero orgulloso a defender su
camiseta. Era como un campo de batalla en donde desde todos los flancos te
disparan. Todos contra Panamá que se creció, se hizo grande como David
contra Goliat. Los nuestros salieron airosos con gallardía, inteligencia
y técnica deportiva. ¡Por qué No! además con el aderezo infaltable de la vibra
positiva que
su fanaticada desde Panamá, ante televisores ardientes, le enviaba,
olvidando la rutina, maldiciendo... rezando...condenando el ultraje a nuestra camiseta.

lunes, 29 de junio de 2009

Semáforo Shopping

Por Lucía Kusial Singh



Pali
decería (aún más) Coco Chanel, regurgitaría en su morada, halándose los
pelos, abrazada, compungida, a Carolina Herrera que mediante
berrinches y pataletas (parodiando a las
de Kiko, la célebre estrella
del chavo del ocho) protestarían al ver sus consentidas creaciones exclusivas
destinadas a los escaparates lujosos de la Quinta Avenida, balanceándose
alocadas colgadas de los brazos de los prietos, hermosos, intrépidos,
audaces y persistentes vendedores ambulantes de los semáforos de la Ricardo
J. Alfaro, que con su lírica callejera embaucan a los más duros compradores,
relegando al gurú Og Mandino a categoría de novato. Haciendo japay,
subastando por las calles, al mejor postor, los espectaculares bolsos,
protagonistas de la coquetería femenina.
De pronto un chofer, que digo un chofer, una conductora alucinada detiene
abruptamente su
automóvil provocando el chirriar estridente de los frenos
de su BM, excitando la instantánea
curiosidad de los demás transeúntes
que observan el hermoso panorama de las llamativas
carteras que inyectan de glamour las calles.
Comienza la puja y el regateo como en los bazares de oriente.
Ye Ye:(un cóctel de las fresa de
los 80's con las flappers de los 20's)
y buhonero en perfecta simbiosis se enfrascan en una negocia
ción
sin cuartel, como en las glamorosas subastas de Sotheby's.
Mientras tanto las Chanel, las Carolina Herrera y las Tous impávidas
se bambolean bañándose
bajo el inclemente sol de verano, como
si fueran artistas de circo columpiándose, esperando
lucirse del brazo de una refinada dueña, que sin bolsas lujosas ni el paso
por cajas registrado
ras ostentosas y sofisticadas como las de Milán,
luce las exclusivas adquisiciones que se apostan a su lado orgullosas
expectantes de que más tarde las pifeen ante sus suspicaces amigas,
presumiendo sus compras en Miami y Nueva York como estrella de cine
en alfombra roja.
El bisutero resolvió su día. Semáforo Shopping.

sábado, 27 de junio de 2009

Rótulo silente


Por Lucía Kusial Singh

CUENTOS URBANOS...

Primer Acto...
Roxana barría el piso de cemento de la humilde
vivienda acompañada de la voz rítmica del locutor,
que en la radio leía las noticias matutinas. "Se trata
de una mujer joven, la han secuestrado, los
plagiadores piden rescate". Aún sus familiares no
se han comunicado con la policía". Los ojos se le
abrieron a la hacendosa mujer, frunciendo el
ceño en señal de admiración, más bien indignación.
¡Hasta cuando tanta violencia!...murmuró.
Roxana acostumbraba, como su madre, a anotar
las señas del taxi que su hija tomaba los días de
quincena para trasladarse al trabajo: anotaba el color
del vehículo, fotografiaba en la mente el rostro del
taxista y anotaba la placa del automóvil de alquiler.
Esta vez pudo recordar el negro opaco del carro
de
pasajeros, la cara poco amigable del chofer. Pero
cuando
procedía a anotar la matrícula
del sedán amarillo adornado
como un tablero de dominó, éste se perdió con su hija dentro,
a gran velocidad dándose cuenta la confiada madre de que éste ¡No portaba placa!..
Roxana aún espera a su hija...

Segundo acto...
Un impacto violento entre dos autos. Uno queda completamente destrozado. Un muerto.
El culpable
se da a la fuga. Testigos intentan anotar la placa del auto asesino del prófugo
despavorido. ¡No porta placa! El
castigo por la muerte del accidentado?. Queda impune...
Le sobreviven : Una fiesta de cumplea
ños sin anfitrión; una viuda moza; un alumbramiento
sin la contentura de un padre; una madre
desconsolada; tres huérfanos; un beso de niña
expectante detrás de la puerta...

Tercer acto...
Un bus colegial amarillo, vidrios ahumados con un anuncio estampado en los vidrios de la
puerta
trasera ("línea caliente 502.0..........(Borrado) señor usuario para quejas del sector
transporte
público comuníquese a este número") atestado de estudiantes adolescentes
eufóricos, vestidos
a la usanza colegial. Entra a gran velocidad, como en esos actos furtivos
a una casa de citas escondida. Pasa entonces un parroquiano que además es padre de
familia. Intenta denunciar.
¡No hay número telefónico, no hay placa!

Cuarto Acto...
Se apartan todos. Se escucha la sirena nerviosa de una camión policiaco. Lo antecede,
como alma que lleva el diablo, un 4x4 ocre de lujo. Ciudadanos solidarios intentan
cooperar con la
justicia. Activan sus celulares. Se les frustra el intento ¡No tiene placa!
Y así inmersos en un panorama cotidiano desalentador e injusto, la gran urbe que se
desarrolla sin freno discrepa con semejante desatino.
Transitan impunemente igual: Colegiales, sedanes, 4x4, carros de lujo, camiones,
autobuses, motos, bicicletas y cuanto cuadrúpedo rodante por las calles... ¡Sin placa!
ante la mirada de
quienes como soldados obedientes respetuosos de la ley tramitan
y portan su matrícula correspondiente. Se niegan a hablar del colmo de los colmos:
de quienes como protegidos por divinidades ocultas corretean por las calles con placas
vencidas, placas borrosas, placas inexistentes, otras colocadas adelante, a los lados,
arriba, y adonde se le antoje ante la mirada
permisiva e indolente de los uniformados
encargados de vigilar estos menesteres.

Quinto acto...
Se escucha un grito ahogado y desesperado que inquieto se cuela por un megáfono
"Divulguen
la ley que autoriza transitar sin placa para que los apegados a las
ordenanzas nos ahorremos...
plata, filas, filas, filas..., tranques, madrugadas, papeleos
multas canceladas, atornilladas aceleradas, carros estacionados, rabias contenidas:
¡no es aquí es allá, espere un momento, vaya allá, suba al piso 7..., infartos y quien
sabe...que más.


Justice...

lunes, 22 de junio de 2009

Incienso

Por Lucía Kusial Singh

Arabescos perfumados en el aire, cadencia subyugante en el ambiente,
sinuosas como danzarinas circenses de antaño. Humo mágico de herbajes exóticos.
Veo luces persiguiendo al artista que se cree estrella.
Se encienden los garitos gansteriles apretujados y bulliciosos.
El destape de las féminas de los 20 debutando pitillos.
El croupier estrafalario con su pajarilla balanceando naipes ofrendándolos al mejor postor.
Pienso en la caligrafía protagonista de cartas eróticas y prohibidas.
La película Historia de una Geisha: magnética sorprendente.
Adolescentes furtivos estrenando hombría.
La gitana, la bailadora gitana que como pantera orgullosa despliega como guerrera toda la estirpe y enigma de su raza.
El monaguillo exorcizando espíritus, entre sermones dominicales religiosos.
La hechicera y el chamán juntos en una orgía exótica y misteriosa purificando hechizos maléficos.
La ramera en el burdel apagando pasiones como en las escaramuzas de guerra.
El hombre zambulléndose en sus pensamientos.
Los niños sin hogar.
Los templos chinos con sus deidades, manjares divinos y mantras míticos.
La indostana cautivando juventud del jazmin en el ambiente.
La danza sobre la resina fecunda prometiendo fertilidad.
La mujer en el barrio: joven, romántica, solitaria que se enamora como los ríos que se funden con las piedras.
El macho fortaleciendo su hombría con el sándalo levantino.
Los bailadores de tango: recios, románticos, apasionados al compás del contoneo dramático como de gacela en celo.
El Bossa Nova: sugerente, extravagante y sensual candente como África.
El Viernes Santo ahuyentado espíritus del mal.

sábado, 20 de junio de 2009

No es lo Mismo


CUENTOS DE CAMINO…

Por Lucía Kusial Singh



Por una de esas playas del orbe, tropicales

y subyugantes se paseaban en bikini, (¡no las

habitantes de Bikini!). Mujeres en bikini.

Parece lo mismo pero no es =

Se les atravesó juguetón, correteando sobre

los dedos descalzos de las intrépidas féminas,

sofocados por la fogoza arena, un ratito,

¿ratito? No, un ratoncito.Parece lo mismo pero

no es =. Se aproximaban a una KY (una le susurra

al oído a la otra ¿KY?, querrás decir calle.

(Una te la expande, sobre la otra caminas).

Parece lo mismo pero no es=. Una de las féminas

entre risotadas, codazos y carcajadas que le provocaba el cotilleo incesante, sabroso y

picante como el inclemente sol de verano que las calentaba, le rozó el ceno a la amiga

¿ceno?No, seno.Parece lo mismo pero no es =Cansadas de tanto no se escribe =. Rebeca,

(no la chaqueta femenina) le dice a Rebeca¡Te crees Zoila Lumbrera! No, ¡Soy la lumbrera!

Parece lo mismo pero no es =

Parece lo mismo pero no es= Cisura de Silvio que La lisura de Silvio; Gente demente

que Gente de mente; Casados que Casa dos; Socia que sosia; Lagares que Lugares;

Dólares que Dolores; Estúpido que Es tupido; Veinte años que Años veinte; Deuda Externa

que Deuda Eterna; No pienso decir la verdad que No, pienso decir la verdad; Copero que

Coopero; Sábado de Gloria que Sábado con Gloria; Braile que Fraile; Amen que Amén;

Sirio que Serio; Estar en fuego que Estar en un fuego; No vio que Novio; Sicario que Vicario.